9 de febrero de 2008

Impactos insuficientes


Trabajo en uno de los puntos más transitados del Cerro de las Rosas, para quienes no sepan, uno de los barrios más pitucos de mi querida Ciudad de Córdoba. Mi pequeña "oficina" tiene un enorme ventanal que da hacia la Av. Rafael Nuñez (un pituco ícono en la vida de este barrió) y me permite monitorear todo el movimiento de la calle.
Sentada al frente de la computadora escuché el particular sonido de la sirena policial, a través del cual obliga a los conductores a detenerse (no es el típico iuuu iuuu iuuu) es otro sonido.
Efectivamente, una camioneta del C.A.P (Comando de acción preventiva) obligó a una pareja, que se trasladaba en una moto, a detenerse y a mostrarle a los efectivos policiales, sus documentos de identidad y los papeles del rodado que conducían.
No dudo que sea necesario este tipo de procedimientos, si es que se pretende prevenir, o incluso dar con el paradero de personas que están siendo buscadas por la policía, y no precisamente por ser buenas personas. Pero da la casualidad que justo pararon a la moto en la intersección más transitada del cerro, en donde se estima que 100 autos pasan por minuto. ¿Estarán queriendo demostrar algo? ¿Buscarán disuadir la idea de inseguridad que tiene todo ciudadano hoy por hoy?
Hace días que quiero escribir sobre la inseguridad en Córdoba, luego de que el sábado pasado la viviera en carne propia. Es imposible evitar el resentimiento, la paranoia, la bronca, y la impotencia, por más que lo que me hayan robado no llegue a sumar ni $300. Eran mis cosas. Y punto! Eso sí, cuando emprendimos la búsqueda de algún efectivo policial, brillaban por su ausencia; pero unos kilómetros más, estaban todos los canas apelmasados haciendo el control de alcoholemia a los borrachos que volvían de bailar. Ni un extremo ni otro, simplemente un equilibrio entre una cosa y la otra. Con impactos de buena imagen no se llega a ningún lado, se sabe lo que pasa en las calles de Córdoba, que no se convierta en otro ejemplo más de esconder la mugre debajo de la alfombra.
Señores, la inseguridad no es una sensación como suelen decir los entendidos en cuentiones de seguridad... es una triste y lamentable realidad, imposible de pilotear como los manoseados y poco creíbles índices difundidos. Los ciudadanos colisionamos con ella cotidianamente.

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